"Si consigo que crean que la realidad no existe, será mi mayor éxito"
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"Si consigo que crean que la realidad no existe, será mi mayor éxito"
El científico Luis Adolfo Orozco conversó en el Café Scientifique sobre el mundo de la física y la mecánica cuánticas.
Enrique González
Intentar explicarle a un grupo de poco más de 100 personas –donde lo más probable es que hubiera pocos o ningún doctor en Física o Matemáticas– que la realidad "no existe", es un reto que pocos conferenciantes asumirían. Luis Adolfo Orozco lo hizo.
Y a pesar de que los asistentes al Café Scientifique la noche del 4 de marzo en la Casa ITESO Clavigero veían que ese investigador de la Universidad de Maryland era un ser "real" que manoteaba, levantaba la voz, reía y soltaba sencillos ejemplos para darse a entender, la duda se instaló en sus rostros, lo cual significó todo un éxito para él: "¿Qué es real? ¿Mis sentidos me engañan? ¿Puedo intervenir la realidad? ¿Cómo se relacionan, se enredan, se modifican las partículas de este Universo? ¿Se pueden medir esos enredos y sacarles provecho?".
La realidad no existe, sentenció Orozco –añadiendo que si los asistentes se iban con esa idea sería su mayor éxito–, un físico tapatío con una notable capacidad de explicar a la audiencia más inexperta complejos descubrimientos en el campo de la física y la mecánica cuánticas, la vanguardia científica a escala global, un vasto campo de conocimientos y experimentaciones que podrían cambiar por completo la manera no sólo de hacer computadoras, producir medicinas más eficientes o crear sistemas de información absolutamente seguros, sino el entendimiento sobre la vida, el Universo, la materia oscura.
"La física cuántica estudia las cosas discretas cuando son muy pequeñas. Yo digo que la idea más salvable de la humanidad es que la naturaleza está hecha –en sus componentes últimos y más pequeños– no de manera continua, sino de manera discreta. Es la manera de entender la naturaleza desde el punto de vista de sus componentes más pequeños", dijo Orozco en entrevista con Maya Viesca, coordinadora del Café Scientifique (www.cultura.iteso.mx/cafe) en cuyo sitio web podrá escucharse completa la charla de Orozco.
¿La naturaleza y la materia son "discretas"? No, no tiene nada que ver con "prudencia" o "moderación", sino con que los componentes de la naturaleza están separados, son divisibles, se correlacionan y se modifican cuando interactúan.
La mecánica cuántica, afirmó, brinda teorías con una "asombrosa" capacidad predictiva, es decir, que permiten elaborar experimentos donde coincide perfectamente "la teoría con el experimento".
Sumar conocimientos, datos, observar y anotar; preguntarse de nuevo qué pasó con ese enredamiento entre dos (o más) partículas; atrapar un electrón o un ion de Berilio y analizarlo. Eso es lo que le apasiona a Orozco, egresado de Ingeniería Mecánica por el ITESO y doctor en Física por la Universidad de Texas en Austin.
La mecánica cuántica no es sobre la realidad, sino sobre el conocimiento y los datos que pueden obtenerse de esa "realidad", afirmó Orozco, quien explicó el concepto de la charla: el enredamiento cuántico, el estudio de la correlación entre partículas, un tema que, reconoció, lo iba a meter en una camisa con más de 11 varas.
"El enredamiento me garantiza que voy a tener una serie perfectamente correlacionada de eventos absolutamente aleatorios [algo con lo que Einstein no estaba de acuerdo y que hoy se ha comprobado que es factible]. El enredamiento es una propiedad en la mecánica cuántica, una propiedad que tienen las partículas. No es intuitiva, no es de una partícula, sino de dos o más".
Una tras otra llegaban las preguntas para uno más de los admiradores de Einstein. "Ya quisiera cometer los errores que él cometió", dijo Orozco. Algunas interrogantes eran sobre filosofía, otras sobre aplicaciones prácticas, otras sobre sus experimentos, otras sobre la relación intrínseca entre mecánica cuántica e informática y nuevas tecnologías, completando una correlación y un pequeño "enredamiento" de dos horas entre el físico y su público, el cual dejó tras de sí más preguntas que respuestas, el anhelo de los grandes científicos.
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